Iran condena a dos jóvenes gays a morir lapidados
Dos jóvenes iraníes de 20 y 21 años han sido condenados a morir lapidados por haber mantenido relaciones homosexuales.
Ayun y Mosleh habrían grabado en sus teléfonos móviles algunas de esas relaciones, grabaciones que habrían caído en manos de agentes de Piransahr, en el Kurdistán iraní.
Al parecer los jóvenes, encarcelados en la ciudad de Orumieh, al noroeste del país, podrían haber incorporado a sus grabaciones imágenes del Presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, e incluso del líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei. Según el Comité Internacional contra la Lapidación (International Committee Against Stoning), la ejecución de los jóvenes, a la que se querría dar un carácter ejemplarizante, tendría lugar este viernes.
Una situación difícil
La situación de las personas homosexuales en Irán, como bien conocen los lectores habituales de dosmanzanas, es muy delicada, como ejemplifican los casos de Ebrahim Hamidi, Reza, Alireza, Hamid y Amir Hossein o Nemat Safavi, entre otros. Hace un mes nos hacíamos precisamente eco del completo informe que la organización de defensa de los derechos humanos Human Rights Watch había presentado al respecto: acoso policial, arrestos indiscriminados, malos tratos, tortura, condenas judiciales que llegan a la muerte, etc.
El Código Penal iraní criminaliza todas las relaciones sexuales fuera del matrimonio tradicional, y muy especialmente los “delitos” de relación entre personas del mismo sexo. Los castigos son severos, y pueden llegar a la pena de muerte cuando el juez considere que ha habido penetración. Desde la revolución iraní de 1979, los medios de comunicación han publicado muchas historias acerca de ejecuciones por relaciones entre personas del mismo sexo. La abrumadora mayoría son varones acusados de sodomía, entre ellos menores de 18 años cuando cometieron presuntamente el acto. El Gobierno iraní mantiene que la mayoría de estas personas fueron acusadas de violación. Pero dado que en Irán los juicios por delitos contra la moral se celebran habitualmente a puerta cerrada, es difícil determinar qué proporción de los acusados son LGTB y qué proporción de las presuntas conductas delictivas fueron en realidad consensuadas. Y todo ello pese a que Irán ha ratificado, por ejemplo, la Convención sobre los Derechos del Niño, que prohíbe la imposición de la pena capital a personas que eran menores de 18 años en el momento de cometer el delito.
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