El nombre del amor: Morrissey en GEBA
“Las canciones son piezas de mi corazón”, la confesión de Steven Patrick Morrissey ante un GEBA repleto de 20 mil almas extasiadas por la plenitud de su voz distinguida, no pudo ser más indicada y precisa. Tras su paso por las provincias de Mendoza, Córdoba y Santa Fe, el 4 de marzo quedará en la memoria de quienes fueron partícipes de su presentación en Buenos Aires, como una noche de unión con el más existencialista de todos los músicos.
Si fuera posible limitar a una sola palabra la experiencia de poco más de una hora junto al artista inglés y ex integrante de The Smiths, sería algo cercano a “liberación”. Liberarse de fantasmas pasados, de sensaciones opresivas y de esas ganas de gritarle al mundo lo que tanto amamos y odiamos de él.
Luego de un set de 40 minutos de la cantante y tecladista estadounidense Kirsteen Young, y de una delicada selección de videos musicales proyectados en el telón que cubría gran parte del escenario, Moz hizo su elegante aparición a las 21.10 con una camisa verde, dos grandes anillos, las uñas pintadas de amarillo y cruces colgadas de su cuello.
Su banda, compuesta por los talentosos músicos Boz Boorer (guitarras y clarinete), Jesse Tobias (guitarra), Solomon Walker (bajo), Matt Walker (percusión) y Gustavo Manzur (teclados, armónica y acordeón),lució una remera blanca con la leyenda: “We hate William and Kate” y una fotografía del matrimonio real. En Rosario había sido “NME is shit”, en Mendoza “Assad is shit” y en Córdoba el grupo optó por corpiños negros.
First Of The Gang To Die, segundo single del disco de 2004 You Are the Quarry, abrió un show sencillo (sin pantallas) que se destacó por una nítida selección de canciones de su etapa como solista y que, además, incluyó cinco de la banda de Manchester. Y sí, es verdad que faltaron grandes himnos como Still Ill, Suedehead, I Want The One I Can’t Have, entre tantas otros, pero como bien dice esta última siempre queremos esa que no podemos tener.
La temperatura continuó en ascenso con You Have Kill Me, acompañada de miles de latidos aullando al unísono, y acto seguido, la ternura invadió el ambiente con You’re The One For Me, Fatty (con el bonus de Moz en pandereta).
La primera canción del encuentro perteneciente a The Smiths no se hizo esperar y la clásica There Is A Light That Never Goes Out llegó para abrir y cerrar heridas a lo largo y ancho del estadio. Sin respiro, y como si fuera parte de la misma canción, Everyday Is Like Sundayemocionó y confirmó por qué Morrissey es uno de los cantautores clave de nuestra era.
Los gruñidos de Steven Patrick y un ritmo flamenco se apoderaron de una enérgica versión de When Last I Spoke To Carol, y las conmovedoras Alma Matters y I’m Throwing My Arms Around Paris, que finalizaron con un sincero “I love you” por parte del cantante, abrieron paso a Ouija Board, Ouija Board. Durante esta última las luces se posaron sobre él, y lo mostraron como un ser perteneciente a un lugar inaccesible para los mortales. Walker (Filter; The Smashing Pumpkins) coronó la canción accionando el imponente gong que auspició de respaldo detrás de su batería.
“¿Siguieron las elecciones norteamericanas? En Estados Unidos es 1952, ¿lo notaron? No lo creo. Dios ayúdanos”, expresó el cantautor de 52 años (ahora de camisa azul) antes de interpretar la canción que abre su octavo disco en solitario Ringleader Of The Tormentors(2006): I Will See You In Far-Off Places; Manzur, quien es parte del grupo desde 2009, se lució en acordeón.
Le siguió la balada smithiana I Know It’s Over, perteneciente al álbumThe Queen is Dead de 1986, que hizo que más de un espectador viajara en el tiempo, no sin lagrimear, hacia la primera escucha de ese track. Más de la mitad del show había pasado y todavía quedaban grandes momentos por capturar; durante Let Me Kiss You, el inglés se despejó fugazmente de su camisa y la arrojó al público y previo a Black Cloud, presentó a cada uno de sus músicos “para quienes se sientan solos a la noche después del concierto y quieran llevarse a alguien a sus casas”. Meat Is Murder fue acompañada de la proyección de imágenes de animales en situación de pre-matadero y aplaudida a conciencia por la audiencia, luego de que el vocalista preguntara “¿Les importa?”. Después de que este se retirara del escenario, la banda extendió la melodía unos instantes e incluyó la percusión del gong y un tambor gigante.
Para Please, Please, Please Let Me Get What I Want, Moz llamó a los argentinos a no culpar “los ingleses por lo que hace el gobierno inglés, el gobierno nunca escucha a la gente”, y agregó que “el mundo sabe que las islas Malvinas son argentinas”. La canción nueva Scandinaviafue el preámbulo perfecto para el gran final con (una de las más esperadas del show) How Soon Is Now?. La despedida fue difícil, y el espectáculo se sintió corto, aunque pasadas las 22.20 la banda y su líder regresaron (con la inolvidable intervención de Manzur en el micrófono principal diciendo “¡Griten y agárrense los huevos por este hombre!”) para el bis One Day Goodbye Will Be Farewell.
Morrissey es quien siempre estará para recordarnos que, al fin y al cabo, todos somos humanos y necesitamos ser amados.
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